–Su nombre aparece en la lista Forbes entre los mejores doctores de España, ¿qué supone este reconocimiento?
–Da sentido al tiempo que dedicas a formarte, al trabajo, a prepararte los casos… tiempo que no estás con los tuyos, tiempo que le quitas a la familia. Además, es un reconocimiento a todo el equipo de Grupo IHP-Orthopediátrica. Son muchos los profesionales que diariamente hacen una labor extraordinaria e indispensable para que todo funcione de la mejor manera posible.
–No es la primera vez que aparece en Forbes, ¿cómo logra mantenerse?
–Me marcó mucho una estancia formativa que hice durante mi época de residente. En el año 1995 tuve la oportunidad de visitar al doctor Hamlet Peterson, que era el responsable de cirugía ortopédica infantil de la Clínica Mayo. El primer día empezamos a pasar planta a las 6:30 y a las siete de la tarde aún seguíamos en consulta. Cuando volvía al departamento donde me alojaba no dejaba de pensar que me gustaría ser como este hombre el día de mañana. Me propuse intentar estar a su altura y ese es mi objetivo día a día.
–¿Ha vuelto a coincidir con el doctor Peterson?
–Años después en un congreso pude darle las gracias públicamente por haberme servido como referente y se emocionó mucho. Son muchos los factores que influyen para llegar a su nivel: La formación constante, la dedicación a los casos, la empatía con los niños y sus padres; la constancia de poder ofrecer a los pacientes las técnicas más avanzadas.
–¿Qué valores y cualidades le han facilitado llegar a lo más alto en su campo?
–El prurito por hacer las cosas lo mejor posible es clave. Mi intención es siempre ofrecer a los padres de un paciente el mejor tratamiento posible a día de hoy. En un mundo tan tecnológico como en el que vivimos es mucho más fácil para el médico estar al día científicamente hablando. Pero estar al día supone dedicar tiempo a formarte, y con la carga asistencial que soportamos los sanitarios, esta dedicación implica quitarle tiempo a otras cosas de índole personal. Mis padres me transmitieron el valor de la integridad: Hacer siempre lo correcto en cualquier situación que te encuentres. Lo que está bien está bien, aunque no lo haga nadie. Seguir esta doctrina me ha permitido ser siempre muy congruente.
–Su especialidad, la cirugía ortopédica y traumatología infantil es poco conocida, ¿cuáles son los procesos más frecuentes en su consulta?
–Las consultas más frecuentes en el campo de la ortopedia infantil son las relacionadas con la manera de andar de los niños (“anda con los pies para adentro o para afuera”); con la forma de las piernas (“zambas o junta las rodillas”), y de los pies (pies planos o cavos). Hay ciertas patologías más preocupantes que siguen siendo muy frecuentes en la consulta: Displasia de cadera, asimetría en la longitud de las piernas, lesiones deportivas, etcétera. Mi consulta es algo diferente al haberme enfocado a determinadas patologías.
–¿Qué problemas ve?
–Veo muchas deformidades de columna en edades pediátricas: escoliosis, cifosis, y también bastantes deformidades ortopédicas en pacientes neurológicos. Desde hace muchos años me ha atraído el campo de la neuro-ortopedia. Son pacientes que, en muchas ocasiones, se han visto relegados por su situación funcional y no se han tratado de la manera más óptima.
–¿Cuántos niños han podido pasar por sus manos en quirófano?
–Calculo que en torno a 3.000 ó 4.000. Es difícil calcular porque los primeros años hacía muchas guardias y operaba muchas fracturas. Hoy en día no tengo guardias, con lo que proporcionalmente opero menos, pero los casos son más complejos.
–¿Cuáles son las intervenciones más delicadas?
–Toda cirugía, incluso la más simple, conlleva cierto riesgo, y esa información debe siempre transmitirse a la familia. Si se realiza a un niño tiene un plus añadido. Los padres depositan en nuestras manos lo más preciado para ellos, que son sus hijos. Hay que darle a toda cirugía su relevancia. Obviamente hay cirugías cuyo riesgo es mucho mayor. La corrección de las grandes deformidades de columna supone un reto importante con potenciales complicaciones de enorme impacto.
–Ahora todo lo marca el coronavirus, ¿cómo ha afectado la pandemia a su ámbito de acción?
–Afortunadamente la población pediátrica, que es la que atiendo, ha sufrido con menor impacto la pandemia. Durante el estado de alarma inicial sí detectamos una menor afluencia de los pacientes a las consultas, cuando se trataba de revisiones que podían razonablemente demorarse. La circunstancia de estar los niños confinados en el interior de sus hogares supuso un descenso considerable en el volumen de pacientes con traumatismos. También durante el estado de alarma inicial intentamos retrasar las intervenciones quirúrgicas no urgentes para reducir el riesgo de posibles contagios entre los pacientes y entre los profesionales.
–¿Cómo es ahora la situación?
–Actualmente nuestro nivel de actividad es muy similar al de antes de la pandemia, aunque evidentemente cumpliendo con todos los protocolos establecidos desde la administración sanitaria.
–Muchas personas optan por no acudir a revisiones o a consulta por miedo al contagio, ¿qué riesgos conlleva?
–Uno de los grandes problemas que nos encontramos los cirujanos ortopédicos pediátricos es que dependemos mucho de la exploración física, y en estos tiempos de telemedicina es complicado valorar a nuestros pacientes en la distancia. Esto conlleva que la asistencia sea de tipo presencial de manera casi obligatoria. Las actuales circunstancias que vivimos pueden llevar a que algún padre prefiera retrasar la consulta de revisión de manera casi indefinida dada la incertidumbre. En determinadas patologías esta decisión puede tener un gran impacto sobre el desarrollo de la enfermedad.
–¿Por ejemplo?
–La displasia de cadera, las infecciones osteo-articulares, los tumores músculo-esqueléticos son entidades en las que el diagnóstico precoz es tremendamente importante y, por tanto, siempre debe consultarse con el pediatra o con el especialista, si es arriesgado o no retrasar una revisión.
–Preside la Sociedad Española de Ortopedia Pediátrica, ¿cuáles son sus retos al frente de esta sociedad científica?
–La cirugía ortopédica pediátrica tiene una larga trayectoria histórica casi desde el siglo XVIII con Nicolás Andry, que publica el primer tratado de ortopedia pediátrica. La formación de los especialistas en cirugía ortopédica y traumatología representa un periodo relativamente pequeño que, incluso muchas veces, ni siquiera se cumple. Este hecho ha llevado a que la formación en este campo de muchos traumatólogos sea deficiente. Para la sociedad Española de Ortopedia Pediátrica, este es uno de los objetivos prioritarios ahora mismo: conseguir que la formación en ortopedia infantil sea de mayor duración y obligatoria para cualquier especialista en cirugía ortopédica y traumatología. Esta formación debe realizarse además en centros de referencia que cumplan con unos estándares mínimos de calidad.
–El impacto de las radiografías continúa siendo una preocupación, ¿se hacen demasiadas radiografías en la infancia? ¿cómo puede afectar a largo plazo?
–Este es un tema en el que tengo una lucha personal. Una herramienta diagnóstica esencial para los traumatólogos es la radiografía. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de radiaciones ionizantes y que no existe ninguna duda, a día de hoy, de que la exposición a radiaciones ionizantes durante la edad pediátrica aumenta el riesgo de desarrollar procesos oncológicos en el futuro. Las técnicas actuales han reducido sustancialmente la dosis que se recibe con cada radiografía, pero siempre que podamos evitarlas debemos hacerlo.
–A veces las radiografías son necesarias.
–Si no se pueden evitar hay que reducir su dosis al máximo. Un ejemplo de esto sucede con la escoliosis. Los protocolos actuales de diferentes sociedades científicas (traumatólogos, rehabilitadores incluso radiólogos) recomiendan realizar la radiografía de columna completa de espaldas (y no de frente) ya que, con eso, reducimos mucho la exposición de la mama a radiaciones, sin que se perjudique la interpretación de las imágenes. Supone una verdadera batalla cambiar ese concepto. Tan sencillo como que la niña se dé la vuelta a la hora de hacerse la radiografía.
–Hace años su equipo marcó un hito al implantar la técnica del tirante para corregir escoliosis, ¿continúa aplicándose esta técnica?
–La técnica VBT, popularizada como técnica del tirante, está en pleno auge desde que la FDA, organismo regulador de las tecnologías sanitarias en EEUU, aprobara su uso hace aproximadamente dos años. No obstante, ya venía utilizándose en otros lugares del mundo con anterioridad con lo cual estamos recopilando información de aquellos casos que llevan más de cinco años operados.
–¿En qué casos se aplica?
–Como sucede con cualquier técnica quirúrgica novedosa su indicación ha ido restringiéndose a un grupo muy específico de pacientes que son los que claramente se han beneficiado de ella. En otros casos el beneficio no se ha constatado en comparación con las técnicas convencionales. Hoy en día su indicación idónea es aquel paciente con escoliosis torácica y que aún está en crecimiento.
–Muchos padres están perdidos cuando perciben que algo no va bien en sus hijos, especialmente en zonas delicadas como la columna, y el acceso a especialistas no es fácil, ¿qué consejos daría a estos padres?
–Hay que reconocer que el nivel de formación de nuestros pediatras es muy alto y, por tanto, ante cualquier preocupación sobre la salud de nuestros hijos, deben acudir al pediatra. En cuanto a los consejos a los padres para cuidar de la espalda de sus hijos es fundamental la práctica de deporte para mantener una buena musculatura que nos mantenga erguidos. Esta recomendación es aún más importante durante la adolescencia, periodo en el que nuestra columna crece a una mayor velocidad y está más expuesta a desarrollar deformidades.
–¿Son necesarios más cirujanos ortopedas infantiles?
–Realmente lo que hace falta es más formación en ortopedia infantil por parte de los traumatólogos. El envejecimiento de la población y la atracción que ejercen determinadas áreas de la traumatología conlleva que muchos especialistas se decanten por desarrollarse en el campo de la cirugía protésica o la traumatología deportiva, siendo relativamente pocos los que se inclinan por el campo de la ortopedia infantil.
Fuente: Diario de Sevilla