En numerosas ocasiones, padres y madres afirman que sus hijos se muestran más inquietos tras consumir dulces. Sin embargo, según el doctor Roshan Hariramani Ramchandari, especialista en Neurología del Grupo IHP, esta percepción está influida por un sesgo de expectativa. “Los adultos que creen que el azúcar causa hiperactividad tienden a interpretar el comportamiento normal de los niños, especialmente en situaciones emocionantes como fiestas, como si fuera hiperactivo”, explica el experto.
De hecho, la ciencia ha desmontado repetidamente esta creencia. Así lo confirman múltiples estudios y meta-análisis. “No existe evidencia científica de que el azúcar cause hiperactividad”, subraya Hariramani. Uno de los estudios más citados, publicado en la revista JAMA -una de las publicaciones médicas más prestigiosas a nivel mundial- en 1995, concluyó que el azúcar no afecta ni al comportamiento ni al rendimiento cognitivo de los niños.
Efectos del azúcar en el cerebro de los niños
Aun así, es cierto que el azúcar causa efectos en el cerebro de los niños. En este sentido, el especialista del Grupo IHP detalla que “el azúcar proporciona glucosa, que es la principal fuente de energía del cerebro”. Este proceso activa el sistema de recompensa y aumenta la liberación de dopamina, lo que genera placer y un deseo de repetir la experiencia, pero no altera el nivel de actividad.
Por otro lado, el azúcar puede provocar altibajos en los niveles de energía. Esto, en algunos casos, puede traducirse en episodios de irritabilidad o fatiga cuando baja la glucosa en sangre. Aun así, Hariramani insiste en que “no hay evidencia de que el azúcar cause cambios conductuales significativos a largo plazo”.
En cambio, los verdaderos riesgos del consumo excesivo de azúcar son otros. El doctor alerta sobre su vinculación con patologías como la obesidad, la diabetes tipo 2, las caries dentales y los problemas cardiovasculares. Además, su consumo en exceso puede desplazar otros nutrientes esenciales de la dieta infantil.
Ahora bien, no todos los niños responden igual. “Factores como la genética, el metabolismo, la dieta general, la actividad física y el entorno social influyen en cómo se comporta un niño tras consumir azúcar”, aclara el especialista.
Ante este panorama, Hariramani recomienda a las familias limitar los azúcares añadidos y ultraprocesados, priorizando alimentos naturales. También sugiere ofrecer alternativas saludables como la fruta, y educar a los niños en hábitos alimentarios equilibrados. Eso sí, sin caer en prohibiciones estrictas: “Permitir dulces ocasionales en contextos sociales evita generar ansiedad y ayuda a mantener una relación saludable con la comida”.
En definitiva, frente a la persistencia del mito, el especialista es tajante: “El azúcar no causa hiperactividad. Es el contexto el que altera el comportamiento infantil, no la merienda”.