Empezar por el principio es fundamental: la alimentación durante la infancia no solo influye en el crecimiento físico, sino también en el desarrollo cognitivo, el sistema inmunológico y los hábitos de salud para toda la vida.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta adecuada desde los primeros años puede prevenir enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 y patologías cardiovasculares en la edad adulta.
Sin embargo, en la rutina del día a día, es fácil caer en errores que, aunque parezcan pequeños, pueden tener consecuencias a largo plazo. Por eso, en este artículo vamos a identificar los más frecuentes y, sobre todo, cómo evitarlos con estrategias sencillas y respetuosas.
Alimentación infantil saludable: más allá del plato
Para comenzar, es importante entender que una buena alimentación infantil va mucho más allá de llenar el plato. Se trata de ofrecer variedad, equilibrio y alimentos ricos en nutrientes esenciales como el hierro, el calcio, las vitaminas A, C y D, y los ácidos grasos omega-3.
Por ejemplo, según la Asociación Española de Pediatría (AEP), los niños necesitan consumir frutas y verduras a diario, proteínas de calidad como pescado, legumbres y huevos, y limitar el consumo de azúcar y sal añadidos.
Además, el patrón alimentario mediterráneo, basado en productos frescos, locales y de temporada, sigue siendo uno de los más recomendables en la infancia.
7 errores comunes al alimentar a nuestros hijos
A continuación, repasamos los fallos más habituales en la alimentación infantil y cómo solucionarlos sin caer en la frustración:
Cómo crear buenos hábitos alimentarios desde pequeños
Por supuesto, los buenos hábitos se construyen con el tiempo. La clave está en la repetición, la paciencia y en hacer de la alimentación un acto cotidiano y agradable.
Para ello, comer en familia siempre que sea posible es una excelente herramienta educativa. Además, involucrar a los niños en la compra y la preparación de los alimentos despierta su interés y curiosidad.
También es importante evitar usar la comida como consuelo emocional. Enseñar a identificar el hambre real y distinguirla del aburrimiento o la ansiedad es un aprendizaje muy valioso.
Finalmente, no podemos olvidar que los niños aprenden por imitación. Si ven que comes frutas, que pruebas nuevos alimentos y que disfrutas comiendo en familia, es más probable que ellos también lo hagan.
Por eso, cuida también tu relación con la comida. No hables de “engordar” o “adelgazar” delante de ellos, ni etiquetes alimentos como “malos” o “prohibidos”. Educar con el ejemplo es la herramienta más poderosa que tienes.
Y recuerda, ningún padre o madre lo hace perfecto. Lo importante es estar informados, ser coherentes y ofrecer un entorno donde la comida sea placer, nutrición y vínculo familiar. En Grupo IHP contamos con todo un equipo de especialistas que pueden guiarte y acompañarte en el proceso de introducir hábitos saludables a la hora de alimentar a tus hijos.