Con la llegada del verano, muchos padres sueñan con días de sol, juegos en la arena y chapuzones en familia. Pero ¿qué pasa cuando tu hijo o hija rechaza esa idea? Si rechaza ir a la playa o a la piscina, es normal que te preocupes o que no sepas cómo actuar.
Lo primero que debes saber es que aunque esta reacción pueda causar inquietud, lo más favorable para el niño es mantener la calma y observar su evolución ante estas situaciones. Y por supuesto, consultar con un especialista que pueda hacer un seguimiento y valorar algún tipo de asistencia personalizada.
¿Por qué ocurre?
Existen varios motivos por los que un niño puede rechazar estos entornos:
- Miedo al agua: muy común en la infancia. Puede ser por una experiencia negativa previa o simplemente por inseguridad al no controlar el medio acuático.
- Hipersensibilidad sensorial: algunos niños sienten molestia ante ciertos estímulos, la textura de la arena, el ruido de las olas, la luz intensa o incluso el cloro de la piscina.
- Fobia social o ansiedad anticipatoria: si hay mucha gente, cambios de rutina o presión para “pasarlo bien”, puede generarles ansiedad en lugar de disfrute.
- Preferencias personales: y a veces, simplemente, no les gusta. Igual que a los adultos no nos entusiasma todo, los niños también tienen sus gustos.
¿Qué puedes hacer como madre o padre?
- Escucha sin juzgar. En lugar de presionar con frases como “¡pero si a todos los niños les encanta!”, valida lo que siente: “Entiendo que hoy no te apetezca, ¿quieres contarme por qué?”.
- Explora alternativas. Quizá no le gusta el mar, pero sí una piscina pequeña o jugar con agua en casa. Adaptarse no es rendirse: es acompañar.
- No fuerces. Obligar solo aumentará el rechazo. Dale tiempo. A veces basta con observar desde fuera unos días para que el niño se anime por sí solo.
- Consulta si persiste. Si hay un miedo intenso o reacciones desproporcionadas, puede ser útil consultar con un pediatra o psicólogo infantil para descartar alguna fobia o alteración sensorial.
En Grupo IHP contamos con especialistas en pediatría, psicología y atención temprana que pueden ayudarte a comprender mejor este tipo de comportamientos, y a encontrar estrategias adecuadas para acompañar a tu hijo desde la comprensión y la calma.