Llega el verano y con él los planes que más ilusión hacen a los adolescentes: campamentos, viajes de fin de curso, conciertos, escapadas con amigos, actividades deportivas… Son experiencias que forman parte de su crecimiento y de su forma de entender el mundo. Sin embargo, muchas de estas situaciones implican convivencia estrecha, espacios cerrados, horarios desordenados y mayor contacto físico, lo que aumenta el riesgo de contagio de ciertas infecciones, como la meningitis B.
Esta enfermedad, provocada por la bacteria Neisseria meningitidis del serogrupo B, puede avanzar con rapidez y tener consecuencias muy graves si no se previene a tiempo. En una etapa en la que los adolescentes están más activos, hacen más vida social y se exponen con frecuencia a nuevos entornos, protegerlos frente a este riesgo es una decisión que marca la diferencia.
En esta etapa, el cuerpo todavía está en desarrollo, y eso incluye también al sistema inmunológico. Sus defensas no han alcanzado la madurez del adulto, lo que les hace más vulnerables frente a determinadas infecciones. Una de ellas es la causada por el meningococo B, una bacteria que puede alojarse en la garganta sin provocar síntomas.
Según la Asociación Española de Pediatría, hasta un 25 % de los adolescentes puede ser portador sin saberlo. Esa portación silenciosa, sumada al contacto estrecho con otras personas durante días o semanas, facilita la propagación del germen. Aunque algunos son portadores sin enfermar, otros evolucionan en una sintomatología muy grave, por lo que, el riesgo existe y puede tener fatales consecuencias si no se actúa a tiempo.
1. Campamentos y viajes organizados
Son una de las actividades más esperadas del verano. Pero también implican dormir en habitaciones compartidas, compartir duchas, cubiertos o botellas, convivir durante días con personas nuevas y pasar muchas horas juntos en contacto estrecho.
2. Residencias escolares o deportivas
Durante el curso, muchos adolescentes viven en residencias donde la convivencia es continua. Aunque se mantengan buenas condiciones de higiene, el contacto diario en espacios cerrados aumenta el riesgo de transmisión.
3. Festivales, conciertos y ocio nocturno
En estos entornos, el contacto cercano durante horas, la poca ventilación y la costumbre de compartir bebidas facilitan la propagación de bacterias como el meningococo B.
4. Exposición al humo de tabaco
Estar en ambientes donde se fuma afecta directamente a las defensas de las vías respiratorias. Esto facilita que la bacteria atraviese las barreras naturales del organismo, aumentando la probabilidad de desarrollar una infección.
La forma más eficaz de prevenir la meningitis B es la vacunación. Cuanto antes se reciba la pauta completa, mayor será la protección frente a una enfermedad que, puede tener consecuencias graves.
Existen actualmente dos vacunas autorizadas, ambas seguras y bien toleradas. Se administran en dos dosis y han demostrado ser eficaces para proteger frente al meningococo B.
Además de la vacunación, hay pequeñas acciones del día a día que también ayudan a reducir el riesgo de contagio:
Grupo IHP ha lanzado la campaña “No dejes que te apague. Vacúnate contra la meningitis B”, pensada para proteger a nuestros adolescentes en un momento clave de su vida. Queremos que disfruten con la tranquilidad de saber que están protegidos frente a una amenaza silenciosa y evitable.
Recuerda que Grupo IHP presta asistencia de vacunación a todas las edades y ofrece una atención cercana, personalizada y con el respaldo de profesionales expertos en vacunación infantil y adolescente. Consúltanos.