En esta época del año, las alergias estacionales afectan a una parte importante de la población, y los más pequeños de la casa no escapan de los síntomas más molestos. Los especialistas han advertido que los niños muestran reacciones alérgicas a edades cada vez más tempranas, algo que preocupa a padres y madres que ven cómo esta situación altera el día a día de sus hijos.
La Dra. Marina Calvo Fernández, neumóloga en el centro IHP Córdoba, nos da las claves a la hora de entender y conocer las alergias estacionales, sus síntomas más comunes y la forma de prevenirlos.
Las alergias estacionales son respuestas del sistema inmunitario que reconoce como dañinas diferentes sustancias presentes en el aire y que aumentan en determinadas épocas del año, como ocurre en el caso de la primavera.
En los meses de floración, el mayor neumoalérgeno que se encuentra en el ambiente es el polen, pero los ácaros del polvo o algunos tipos de hongos pueden provocar la aparición de síntomas que afectan al sistema respiratorio de los niños durante todo el año.
La población infantil es muy susceptible de padecer alergias estacionales debido a que su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado y, por lo tanto, es más sensible a los alérgenos. Los ácaros son el principal neumoalérgeno que los perjudica, seguido de los pólenes, principalmente de las gramíneas, aunque en la parte norte de Andalucía la alergia al polen del olivo es la más frecuente.
Los síntomas de las alergias estacionales son muy variados. Los más comunes son los derivados de la rinitis o inflamación de la mucosa nasal, como el moqueo continuo, congestión o picor nasal y estornudos repetitivos. ¿Y cuáles son las diferencia con el catarro común? La rinitis de tipo alérgico estacional empeora al contacto con el exterior, es más duradera que un catarro vírico y suele estar acompañada de un mayor picor nasal y estornudos.
Asimismo, la conjuntivitis y sus síntomas, como el lagrimeo, picor ocular, enrojecimiento conjuntivales, acompaña, de manera frecuente, a la rinitis. Por su parte, el asma también aumenta en lugares al aire libre, pudiendo intensificarse la tos, la sensación de dificultad respiratoria, los pitos y silbidos al respirar, así como el picor de piel o la presencia de la dermatitis.
En consulta, el especialista aconsejará a los padres y madres sobre el tratamiento que se adecua más a cada niño. Los antihistamínicos, antiinflamatorios y aerosoles para abrir los bronquios son los medicamentos más indicados. Si el niño es alérgico al polen, es importante controlar su exposición en la medida de lo posible. Se recomienda mantener las ventanas cerradas y evitar actividades al aire libre en los momentos del día en que los niveles de polen son más altos. El uso de mascarilla ayuda a reducir la cantidad de polen en el aire respirado.
¿Y para disminuir la presencia de ácaros? La limpieza del hogar es fundamental para prevenir la acumulación de ácaros del polvo. Se recomienda aspirar y limpiar con frecuencia, especialmente los lugares donde se acumula más polvo, como las alfombras y cortinas.
Los antiinflamatorios bronquiales, vía inhalatoria u oral, y su uso previo y durante la polinización, suelen tener efectos positivos en la prevención de los síntomas principales de las alergias estacionales. Pero, además, existe otra opción eficaz, como es el caso de la vacuna de extractos de pólenes que favorece la disminución de la respuesta del sistema inmunológico al ambiente. Esta medida es muy recomendable cuando, a pesar de tratamiento preventivo y sintomático, los niños presentan síntomas moderados-graves que pueden llegar a afectar de manera considerable a su calidad de vida. La vacuna antialérgica se prescribe a los menores desde los cinco años de edad.