La diabetes mellitus tipo 1 es conocida también, según la antigua nomenclatura, como diabetes mellitus insulino-dependiente y popularmente como la diabetes "de los niños" para diferenciarla de la diabetes tipo 2, "la de los abuelos".
Existen numerosos tipos de diabetes mellitus, pero a efectos prácticos y por su mayor prevalencia, diferenciamos generalmente entre tipo 1 y tipo 2. Son enfermedades parecidas en el nombre, pero completamente diferentes en su etiología, cuidados y tratamiento. En este sentido, habría que aclarar que, como la diabetes tipo 2 también puede necesitar ser tratada en algunos casos con insulina, no debe utilizarse el término “insulino-dependiente” para referirse a la diabetes tipo 1.
En pediatría se atiende fundamentalmente a pacientes con diabetes mellitus tipo 1, ya que esta afección, mayoritariamente, empieza en la edad pediátrica y acompaña durante el resto de su vida a los pacientes porque, a día de hoy, es una enfermedad crónica e incurable. Además, está considerada como la enfermedad metabólica crónica más frecuente en los niños.
Gracias a la perseverancia de médicos e investigadores, en los últimos años la población ha asistido a un gran avance en el tipo de tratamiento y del seguimiento del control metabólico que podemos ofrecer a los pacientes y a sus familias.
Por un lado, la monitorización de los niveles de glucosa intersticial tanto con sensores flash (el conocido sensor Free Style Libre) como con sensores de medición continua (Dexcom G6 o Guardian Enlite 3 de Medtronic por citar los más usados y conocidos) ha supuesto una gran mejora de la calidad de vida de pacientes y familias. Estos dispositivos han permitido tener una estimación fiable, accesible en tiempo real y no invasiva (sin pinchazos en los dedos) sobre los niveles de glucosa en sangre, así como de la tendencia al alza o a la baja de dichos niveles para poder tomar mejores decisiones a la hora de comer, hacer ejercicio o calcular la cantidad de insulina que debe ser administrada en cada momento.
Por otro lado, las microinfusoras de insulina, popularmente conocidas como “bombas de insulina”, han permitido una administración del fármaco de una manera más fisiológica, flexible y ajustada a las necesidades de cada paciente y en cada momento, obviando los múltiples pinchazos que suponen las clásicas plumas. Asimismo, evitan la necesidad de usar análogos de insulina de acción lenta ya que ésta se infunde en micro-dosis de forma continuada permitiendo que los niveles de insulina en sangre se mantengan ajustados tanto en periodos de ayuno como tras las comidas.
Recientemente se ha dado un paso más en el uso de estos dispositivos y se ha logrado una interacción entre sensores de monitorización continua de glucosa intersticial y las microinfusoras. Estos sistemas integrados permiten que los pacientes no tengan que programar la forma en que las microinfusoras infunden la insulina y sean éstas las que lo hagan automáticamente en función de la información que les llega desde los sensores de glucosa. Estos sistemas son conocidos como los de “asa cerrada” y son el paso previo a lo que en un futuro próximo será el páncreas artificial.
En la sección de endocrinología pediátrica del Grupo IHP tenemos una amplia experiencia en el diagnóstico y tratamiento de la diabetes mellitus tipo 1 y tenemos acceso al uso de todos estos nuevos dispositivos de forma que hasta un 50% de nuestros pacientes diabéticos tratan su diabetes con alguno de ellos, porcentaje que sube al 100% si nos referimos a la monitorización Flash.