La salud mental infanto-juvenil es un tema en proceso de desarrollo a nivel mundial que hasta hace unos años no se tenía en cuenta, pero, cada vez son más las investigaciones que se están haciendo en este sector.
Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan que un 20% de los menores de edad en el mundo presentan un trastorno mental, aproximadamente la mitad de estos problemas aparecen antes de los 14 años y un 70% antes de los 18 años.
Asimismo, cabe decir que el suicidio se ha convertido en la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 y 19 años, dándose tentativas previas en la mayoría de los casos. Estas cifras son un claro ejemplo de la importancia que tiene la prevención y la accesibilidad al tratamiento psicológico desde la niñez.
De hecho, los trastornos mentales infantiles tienen relación con los que se presentarán en la madurez. Por este motivo, tratar estos problemas desde su aparición pueden mejorar y evitar la sintomatología en la etapa adulta, además de mejorar la calidad de vida de las personas y su bienestar físico y psicológico.
Es necesario resaltar que la pandemia ha incrementado una mayor detección de problemas de salud mental. En esta situación, los más pequeños han sufrido consecuencias psicológicas al igual que los adultos, y esto ha hecho saltar la voz de alarma y ha animado a muchas familias a acudir a especialistas para solicitar ayuda.
En el caso de los niños, muchos de ellos se han visto expuestos a la muerte por primera vez sin disponer de las herramientas necesarias para afrontar estas emociones, lo que se ha traducido en el aumento de los síntomas somáticos (dolor de barriga, dolor intenso de cabeza…). Además, los síntomas desadaptativos se han visto también potenciados por la situación, impidiendo el correcto desarrollo de los menores.
Según el Sistema de clasificación de los trastornos mentales (DSM-V) son distintos grupos patológicos los comprendidos en la etapa infanto-juvenil. Entre ellos encontramos los de desarrollo neurológico, los psicóticos o el bipolar, aunque con la situación actual provocada por la Covid-19, los trastornos de ansiedad, las depresiones o las autolesiones se han incrementado de manera vertiginosa en las consultas.
Es necesario resaltar que la pandemia ha incrementado una mayor detección de problemas de salud mental. En esta situación, los más pequeños han sufrido consecuencias psicológicas al igual que los adultos, y esto ha hecho saltar la voz de alarma y ha animado a muchas familias a acudir a especialistas para solicitar ayuda.
En el caso de los niños, muchos de ellos se han visto expuestos a la muerte por primera vez sin disponer de las herramientas necesarias para afrontar estas emociones, lo que se ha traducido en el aumento de los síntomas somáticos (dolor de barriga, dolor intenso de cabeza…). Además, los síntomas desadaptativos se han visto también potenciados por la situación, impidiendo el correcto desarrollo de los menores.
Según el Sistema de clasificación de los trastornos mentales (DSM-V) son distintos grupos patológicos los comprendidos en la etapa infanto-juvenil. Entre ellos encontramos los de desarrollo neurológico, los psicóticos o el bipolar, aunque con la situación actual provocada por la Covid-19, los trastornos de ansiedad, las depresiones o las autolesiones se han incrementado de manera vertiginosa en las consultas.