Pero, ¿cómo saber si un niño ya está estresado? Es fundamental saber cuándo nuestros pequeños necesitan ayuda en este sentido. En ocasiones son ellos mismos quienes lo refieren de forma explícita demandando tiempo de juego o se quejan del exceso de deberes. Otros signos de alarma son el cansancio, la irritabilidad, el decaimiento, la falta de concentración, la ansiedad, la alteraciones en el sueño, la falta de apetito, la desmotivación, etc.
En cualquier caso, existen métodos para ayudar al niño a no abrumarse. De acuerdo con Marta Rivas, "lo más importante es adecuarse a las necesidades de los niños y no llenarle la agenda de actividades. Ellos tienen una percepción del tiempo diferente a la nuestra y no podemos pretender que sigan nuestro ritmo. Hay que garantizarles ocio, descanso y tiempo de calidad en familia. Puede ayudarle tener en cuenta sus intereses a la hora de elegir las actividades y enseñarles a organizarse, siempre y cuando se deje tiempo de ocio no programado y descanso. En muchos casos los padres no son conscientes de estas situaciones, pues estamos inmersos en nuestro estrés diario, con prisas a todos lados, sobrecarga de trabajo, y pensamos que tenerlos en inglés, catequesis, atletismo y danza es imprescindible, más las cinco horas de colegio y los deberes, olvidando el ocio y el descanso. Queremos que estén mejor formados y preparados para el futuro de lo que pudimos estar nosotros, pero hay que ser cautelosos con la hiperexigencia y con poner en ellos nuestras propias expectativas".