En los últimos años, hemos sido testigos de la creciente popularidad del término mindfulness, pero la consolidación de esta práctica ha demostrado que no se trata de una moda pasajera y los especialistas avalan su impacto positivo en la salud mental y emocional de niños y adolescentes. Asimismo, numerosos estudios respaldan que el mindfulness favorece el desarrollo neurobiológico del menor, afectando a los aspectos de la función cerebral y, por tanto, del comportamiento humano.
“Mindfulness es la atención en el momento presente, con promoción de la consciencia, la actuación con amabilidad, sin juicio, y el ejercicio de la no reactividad, es decir, de la respuesta con calma, en lugar de reaccionar de manera automática e impulsiva”, expresa Soledad de la Calle Vélez, especialista en atención temprana de Grupo IHP e instructora de mindfulness.
En el contexto social actual, el mindfulness completa el desarrollo de competencias personales de los hijos. “Integrarlo en la vida diaria de los hijos, tanto en casa como en las aulas, les ayudará a prosperar en un mundo cada vez más complejo y demandante, adquiriendo habilidades para enfrentar los desafíos del presente y sentando las bases para un futuro más equilibrado y consciente”, afirma la especialista del grupo pediátrico andaluz.
En el ámbito de la educación infantil, el mindfulness emerge para contribuir en el desarrollo integral de los niños, creando un ambiente propicio para el aprendizaje y el bienestar emocional. De esta forma, las áreas de actuación de la pedagogía del mindfulness son: