La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que supone uno de los motivos de consulta más frecuentes en Pediatría y Dermatología, bien por su debut (por lo general, en lactantes mayores de 3 meses) o por presentar brotes resistentes al tratamiento habitual.
Se trata de un trastorno crónico cuyas características principales son el prurito y la presencia de una dermatitis eczematosa, cuya morfología y patrones varían en función de la edad, apareciendo compromiso facial (aunque puede generalizarse comprometiendo el resto del tegumento) y de regiones extensoras en la niñez temprana; y eczemas, en ocasiones liquenificados (la piel adquiere un aspecto engrosado y en ocasiones, hiperpigmentado) en niños y adultos.
Su etiología es multifactorial, destacando la susceptibilidad genética (antecedentes personales o familiares de atopia), que predispone al desarrollo de una barrera cutánea defectuosa; las alteraciones innatas en el sistema inmunitario y una serie de factores ambientales implicados. Son factores desencadenantes y/o agravantes de la dermatitis atópica los alérgenos medioambientales y de contacto, algunos alimentos y sustancias irritantes, infecciones, factores climáticos y estacionales (justifican el empeoramiento en otoño e invierno) y factores afectivos, fundamentalmente.
Si la dermatitis atópica no se controla adecuadamente, en ocasiones pueden aparecer brotes generalizados, especialmente en aquellos pacientes con una susceptibilidad genética importante, sobre la que intervienen los factores desencadenantes comentados anteriormente.
Los brotes de dermatitis atópica son más frecuentes en otoño e invierno, especialmente entre octubre y febrero, y la dermatitis atópica en sí es más prevalente en climas secos y fríos. Las bajas temperaturas reducen la hidratación de la piel y disminuyen la producción de sebo. Además, la exposición a sistemas de calefacción durante horas hace que el ambiente sea más seco, lo cual limita a su vez la hidratación de la piel. Sumado a estos factores, al parecer, a temperaturas ambientales bajas se percibe más el picor, lo que puede provocar un aumento del rascado sobre zonas en las que previamente existían eczemas, haciendo que éstos empeoren.
La dermatitis atópica es muy frecuente en la infancia, con un pico de prevalencia de un 15-20% en la niñez temprana.
Es importante destacar que las duchas deben de ser cortas (no deben superar los 5 minutos), e idealmente se deberá emplear agua tibia, evitar la utilización de esponjas o manoplas y la fricción al secarse y utilizar ropa de algodón 100%. Asimismo, la aplicación diaria de emolientes es la base del tratamiento de mantenimiento, para favorecer la hidratación de la piel y reforzar la función barrera de la misma, que suele ser defectuosa en pacientes con dermatitis atópica. La hidratación debe llevarse a cabo al salir de la ducha, y conviene recordar que no se debe aplicar sobre las zonas de eczema, ya que puede producir irritación y aumento de la sensación de picor. La utilización de humidificadores ambientales puede ser una herramienta útil en ocasiones si está activada la calefacción.
Ante la presencia de brotes, será necesario utilizar corticoides tópicos y/o orales, en función de la intensidad y extensión de la afectación, siendo necesario en ocasiones utilizar antibióticos orales para prevenir la sobreinfección bacteriana de las lesiones.
No obstante, el tratamiento de mantenimiento basado en la hidratación y la adquisición de normas de vida adecuadas debe realizarse durante todo el año, no sólo en invierno.
Que existen numerosas alternativas terapéuticas para tratar la dermatitis atópica, en función del grado de afectación de cada paciente. Es esencial realizar una valoración pormenorizada de cada caso, para adoptar las medidas más adecuadas en función de la gravedad, extensión de la enfermedad, afectación de la calidad de vida del niño y de los familiares…y tomar una decisión individualizada para cada paciente. Es fundamental recordar que el tratamiento de mantenimiento debe realizarse diariamente para obtener beneficios, aspecto en ocasiones difícil de llevar a cabo, ya que es necesario ser muy constante en su realización, pero a largo plazo merece la pena. También es importante transmitir la idea de que no sólo existen tratamientos tópicos.