En el año 2000, líderes de 189 países se dieron cita en la sede de las Naciones Unidas para firmar una apuesta inspiradora y ambiciosa: la Declaración del Milenio, un documento histórico por el que se comprometían a lograr antes de 2015 los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Entre ellos se recogían metas como la reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad o la reducción de la mortalidad infantil.
Llegada la fecha de cumplimiento de los objetivos, se consiguió el primero de ellos, reducir la tasa de pobreza extrema a la mitad. Pendientes quedaron los demás, por ello la ONU planteó una nueva agenda mundial para el desarrollo. De esta manera los Objetivos del Milenio que se marcaron en el año 2000 pasaron a ser los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con el horizonte de aplicación planteado para el año 2030.
En este nuevo acuerdo se recogió la importancia de abordar a la vez la lucha contra la pobreza, el cuidado del planeta y la disminución de las desigualdades, con cinco ejes fundamentales en su contenido: