En verano es habitual que aumenten las picaduras de insectos. En esta época, las más frecuentes son las ocasionadas por abejas, avispas y mosquitos, aunque también pueden producirlas las arañas.
Los niños y las mujeres embarazadas son los blancos favoritos de los mosquitos, ya que normalmente ambos tienen una temperatura más elevada que el resto de la población. Además, los bebés y niños pasan más tiempo al aire libre, por lo que están más expuestos a las picaduras de insectos, especialmente en verano.
¿Cuáles son los principales síntomas de las picaduras en niños? ¿Cómo podemos prevenirlas? ¿Cómo debemos actuar en caso de que un insecto pique a nuestro hijo? El Dr. Jerónimo Escudero Ordóñez, especialista en dermatología de Grupo IHP, nos ofrece las claves de todas estas cuestiones.
Cuando se produce una picadura de insecto, estas suelen ir acompañadas de picor, dolor, enrojecimiento de la piel e hinchazón y, en algunas ocasiones, de reacciones alérgicas, que pueden ser más graves.
Las picaduras de mosquitos suelen provocar habones o ronchas y, más raramente, ampollas. En el caso de avispas y abejas, el habón duele y pasadas unas horas suele ir disminuyendo, aunque a veces la picadura puede aumentar de tamaño lentamente durante varias horas. Una diferencia entre las avispas y las abejas es que la primera no deja el aguijón clavado. Las arañas, por su parte, producen una mancha roja en la piel con un punto necrótico central.
Para prevenir las picaduras de insectos es recomendable hacer uso de ropa con colores poco llamativos, evitar los paseos por zonas húmedas así como el uso de perfumes de olor intenso que podrían atraer a los insectos.
Asimismo es aconsejable el uso de repelentes, comprobando en todo caso que son adecuados para niños. En este sentido, cabe destacar que si se emplean repelentes en crema o spray en bebés es importante no aplicarlos en manos ni pies por el riesgo de que puedan chupárselos.
También es posible utilizar mosquiteras para las ventanas, enchufes insecticidas y artilugios matainsectos o atrapainsectos, siempre colocados con mucho cuidado para evitar accidentes con los niños. Además, mantener la casa limpia y ordenada, especialmente los rincones, techos y persianas, dificulta que los insectos aniden en nuestros hogares.
En caso de una picadura, se debe lavar la zona con agua fresca y jabón y, en caso de que aún permanezca sobre la piel, retirar el insecto procurando no comprimirlo para que no expulse más veneno. Si el insecto ha dejado clavado el aguijón, se debe emplear unas pinzas para extraerlo.
Para calmar el picor se puede aplicar una solución de calamina o, incluso, alguna crema hidratante mezclada con un corticoide suave (por ejemplo,. hidrocortisona) que se puede adquirir en farmacias. Es importante no aplicar estos productos en mucosas, boca, ojos y dentro de la nariz.
Si la zona está muy inflamada, es aconsejable aplicar frío local y, si la reacción es muy exagerada, es recomendable acudir a un centro sanitario para que un especialista valore la situación y, en caso de precisarlo, recomiende una pomada que alivie el malestar, ya sea con corticoides o incluso antibióticos. Si el picor es muy severo puede recomendarse utilizar algún antihistamínico vía oral.
La alergia es una reacción desproporcionada del sistema inmunitario a un agente determinado, llamado alérgeno, que puede ser una sustancia (alimentos, pólenes, ácaros, insectos, etc.). Para el organismo son agresivos y, por ello, reacciona provocando ciertos síntomas, desde picores o urticaria hasta problemas más graves como una reacción anafiláctica.
Las alergias por insectos son muy frecuentes en la infancia. La mayoría se producen por picaduras o mordeduras y suponen cuadros leves, aunque en unos pocos casos se puede generar una reacción grave. Lo más frecuente es que la sustancia produzca una reacción localizada en la zona de la picadura, que puede ser leve, como un simple habón); múltiple, causando una reacción dermatológica que se denomina prurigo; o bastante más grave, como una celulitis en la que se inflaman las capas más profundas de la piel.
Las reacciones locales suelen ser controladas con el uso de antiinflamatorios tópicos y antihistamínicos orales. A veces, si tienen riesgo de infección, puede ser necesario añadir un antibiótico tópico. En los casos de heridas más severas puede que el niño tenga que tomar medicación oral. Cualquiera de estas medicaciones debe ser pautada siempre por el dermatólogo pediátrico.
En el caso de que se crea que el niño está presentando una reacción alérgica generalizada (hinchazón de la cara, labios, cuello, enrojecimiento del cuerpo o dificultad para respirar) se debe acudir siempre y de forma rápida al servicio de urgencias más próximo.