- Leche materna (o en su defecto, artificial)
- Cereales: trigo, avena, maíz, centeno, arroz, etc.
- Legumbres
- Carne (salvo algunas excepciones)
- Pescado (salvo algunas excepciones)
- Huevos
- Aceite de oliva virgen extra
- Frutas
- Verduras
Nuestro equipo de nutricionistas, en el que se incluye María Rodríguez Lazo, aconseja incorporar preparaciones diferentes a las papillas para que puedan descubrir diferentes sabores, olores, colores y texturas, teniendo en cuenta que la alimentación complementaria, además de nutrir, también es fuente de desarrollo neuromotor y modula los gustos futuros, ayudándoles también a desarrollar la coordinación ojo-mano y la masticación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda iniciar la alimentación complementaria idealmente a partir de los 6 meses, y nunca antes de los 4.
El proceso de aprendizaje de hábitos alimentarios es especialmente importante durante los primeros años de vida ya que, además de facilitar un buen estado nutricional y un crecimiento óptimo, puede ayudar a consolidar la adquisición de hábitos saludables para la edad adulta.